Y hemos quedado encantados con el resultado. Formas, colores, texturas, geometrías… todo aquello que tantas otras veces habíamos visto realizar a otros compañeros de oficio, esta vez éramos nosotros los que lo hacíamos, poniendo en práctica técnicas propias y adquiridas en infinidad de formaciones, cambiando nuestra visión de lo que queríamos como resultado final y dejando simplemente que la peluquería fluyera de nuestras manos y nuestras mentes.